Esta idea ridícula fue cancelada después de una tormenta de protestas. Los grupos de derechos humanos señalaron que Mugabe, un aliado de China, era el jefe de la Unión Africana cuando ayudó a maniobrar para que Tedros consiguiera el puesto. El Washington Post también señaló que China “trabajó incansablemente detrás de escena” para ayudar, diciendo que su éxito sería “una victoria para Beijing” y para el deseo de Xi de demostrar la creciente fuerza de su nación.
¿Esto explica por qué la OMS se hizo eco de la oposición China a las restricciones de viaje en los primeros días de esta crisis y ahora promueve la idea errónea de que esta nación es un modelo a seguir para combatir el virus?
Se pone peor. A la OMS se le informó sobre la enfermedad el último día del 2019. Hay acusaciones de que China ya sabía sobre la transmisión de persona a persona, incluso cuando estaba deteniendo a médicos que intentaban proteger al público durante los días siguientes. Sin embargo, el 14 de enero, la cuenta de Twitter de la OMS afirmó que “las investigaciones preliminares realizadas por las autoridades chinas no han encontrado evidencia clara de transmisión de persona a persona del nuevo #coronavirus (2019-nCoV) identificado en #Wuhan, #China”. Solo tres días después, uno de sus funcionarios denunció públicamente que el nuevo virus se estaba transmitiendo entre los humanos, una revelación crítica que destacó los peligros de la epidemia; China confirmó esto después de otros tres días.
A fines de diciembre funcionarios de Taipéi dijeron que informaron a la OMS -a través de un sistema de advertencia diseñado para el intercambio de tales hechos- que el personal médico en China se estaba enfermando: una clara indicación de transmisión entre personas. Pero esta información crítica no se compartió, ya que Taiwán fue excluido de una plataforma clave de la OMS; de hecho, el cuerpo ni siquiera se molestó en responder. “Se perdió la oportunidad de elevar el nivel de alerta tanto en China como en el resto del mundo”, dijo a The Financial Times Chen Chien-jen, vicepresidente de Taiwán además de epidemiólogo .
Fue solo a fines de enero que Tedros finalmente proclamó que el coronavirus era una emergencia de salud pública de interés internacional- momento en el que ya se había extendido a 19 naciones en cuatro continentes. Algunos expertos defienden su necesidad pragmática de trabajar con China para contener el brote. A pesar del escepticismo sobre los datos y a pesar de la lentitud de la OMS para declarar una pandemia, el cuerpo ha sido aclamado por su trabajo posterior organizando los esfuerzos globales para contener el virus. Sin embargo, cuando esta crisis concluya, deben definirse responsables por las acciones que nuevamente han dañado su credibilidad.
La OMS fue culpable de la inacción desastrosa frente al brote mortal del ébola hace seis años, cuando su floja manera de manejarlo fue acusada de alimentar las muertes y el sufrimiento. La terrible epidemia mató a más de 11,000 personas en tres naciones de África occidental, provocando miedo y paralizando a estos países, como lo vi yo mismo en Liberia.
Sin embargo, cuando Médicos Sin Fronteras le suplicó ayuda al mundo y advirtió que la enfermedad estaba fuera de control, fueron desmentidos por un portavoz de la OMS en redes sociales. Solo después de cuatro meses, este organismo que se supone muestra liderazgo global, admitió que hubo una emergencia sanitaria internacional. Una devastadora investigación realizada por expertos británicos y estadounidenses lo acusó de “el fracaso más atroz” al no hacer sonar la alarma.
Retrocedamos más en el tiempo y encontraremos otros ejemplos de las fallas de esta organización, no solo en la inepta forma en que se enfrentó a la crisis del SIDA, que llevó a la ONU a establecer un cuerpo separado para la enfermedad. Posiblemente se contuvo en esta nueva crisis por temor a parecer alarmista, después de haber sido criticado por calificar el brote de gripe porcina del 2009 como una pandemia cuando resultó más leve de lo esperado. Esto podría explicar por qué, a fines del mes pasado, Tedros, aún minimizaba la enfermedad. “El uso descuidado de la palabra pandemia no tiene ningún beneficio tangible, pero tiene un riesgo significativo en términos de amplificar el miedo, el estigma innecesario e injustificado, además de paralizar los sistemas”, dijo.
Al igual que otros cuerpos de la ONU, esta organización tiene un trabajo difícil al equilibrar un gran papel de liderazgo con fallas sistémicas e intereses nacionales que compiten. Establecido en 1948 para ayudar al mundo a lograr el “nivel de salud más alto posible”, su alcance estratégico abarca desde frenar el tabaquismo y combatir la obesidad infantil, hasta la resistencia a los antibióticos y prepararse para las emergencias. Desafortunadamente, al igual que otros organismos de la ONU, está hinchado, es burocrático, tiene dificultades para obtener fondos, sufre disfunción organizativa y está repleto de títeres políticos.
Cuando salgamos de esta nube oscura, el mundo puede verse muy diferente. Sin embargo, una cosa es segura: esta cruel pandemia ha expuesto con la más terrible claridad que necesitamos un organismo de salud global libre de política, sin restricciones diplomáticas y sin miedo a decir la verdad.
Ian Birrell es un periodista y columnista extranjero galardonado. También es el fundador, junto a Damon Albarn, de Africa Express.
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